-Mierda, ¿a quién se le ocurre colgar los cuadros a diez centímetros del techo?
La oí tronar y supe que era hora de volverse invisible.
-Mierda, ¿a quién se le ocurre colgar los cuadros a diez centímetros del techo?
La oí tronar y supe que era hora de volverse invisible.
¿Qué me faltó hacer? ¿Qué olvidé decir? El tiempo se acabó y con él la historia que no escribí, la novela que viví.
Si la amabilidad de un funcionario público llevara un nombre y la certeza al ingreso de una institución tuviera apellido, serían don Ceferino Álvarez. El portero de la Casa Municipal de Cultura «Raul Otero Reiche» fue nuestro guía casi 40 años. Fueras o pasaras por la gran entrada de la institución, después del saludo cordial, él tenía la primera respuesta necesaria. – ¿Ya comenzó la función, don Cefo? – ¿Quedarán entradas para la noche, don Cefo? – ¿En qué sala está la exposición de Fulana? – ¿Abrirán el sábado, don Cefo? – ¿Será que si vengo el lunes seguirán los…