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Una bomba de paz contra la TV basura

By 16/06/2017 septiembre 18th, 2023 No Comments

Los medios imponen a la población una programación que vomita vulgaridad, acoso y destrozo.

Publicado en el periódico La Razón el 16 de junio de 2017.

No miro televisión desde hace más de 10 años por las mismas razones, y otras más, que las expuestas por Fabio Zambrana, quien se cansó del asedio irrespetuoso, el acoso facineroso, la persecución obsesiva y la violencia mediática de uno de los programas más reprochables de la televisión boliviana. Zambrana tiene la potestad de contestar o recibir al medio de comunicación que le parezca ¿o no?, aunque sea una figura pública altamente demandada por su oficio.

Un verdadero “influencer”, apoyado por la comunidad, puede cambiar el rumbo de la televisión, lograr un alto a la impunidad y una imprescindible mejoría en estos espacios concesionados por el Estado. La autoridad responsable otorga el permiso, y nos preguntamos qué hace después cuando, a nombre de la población que representa, admite, permite, hace que no ve, que no oye, que no habla. 

A título de la libertad de expresión, los medios imponen a la población una programación basada en delitos, donde la solución cínica, concordante con el modus operandi, es mandar a las víctimas a que los demanden ante la Justicia. Es decir, no solo imponen una conducta delictiva, sino que además pretenden que las víctimas destinen tiempo, dinero y fuerzas anímicas para enfrentar procesos judiciales de pronóstico previsible: “lo sentimos mucho, nos respalda la libertad de expresión”.

¿Qué puede justificar este accionar de los propietarios de los medios de comunicación, quienes de cualquier manera harán negocio? ¿Cuál es su necesidad de seguir ensuciando el ambiente? ¿O es que sufren de alguna patología mental o social más allá de cumplir la facturación mensual que precisan para cubrir sus expectativas? ¿Qué venden las empresas auspiciadoras, patrocinadoras, las que ponen publicidad en ese horario que vomita bajeza, vulgaridad, escarnio, acoso y destrozo, violación del honor y de la intimidad, actitudes y acciones delictivas? ¿Es que venden algo bueno en combo con algo tan malo?

“Yo quiero que mi hijo viva en un mundo sin programas de Tv basura. Actualmente existen millones de personas por el mundo sufriendo por la violencia mediática, cayendo en depresión y perdiendo las ganas de vivir”, escribió el vocalista de la banda boliviana Azul Azul en su página de Facebook. Lleva 255.000 reproducciones en menos de 48 horas, y la transmisión que realizó en vivo explicando su campaña pro vida en contra de la televisión basura, contando acerca de los miles de mensajes recibidos con historias de vidas destruidas por el bullying causado por estos programas, ha sido compartida más de 12.000 veces.

Yo también quise que mis hijos vivieran en un mundo sin programas de Tv basura, y en 2001, en mi función de concejal municipal, promoví y logré —contra todo el poder de los medios y sus abogados— que se aprobara el primer Reglamento de Control de Programación de los medios del país, tal como le ordenaba elaborar al Concejo Municipal el Código del Niño, Niña y Adolescente. Nunca se cumplió. En 2014 el nuevo Código retiró de la ley esa previsión, que obligaba a la televisión y a la radio garantizar que sus programas fueran aptos para la niñez en el horario diurno.

Hace más de 10 años que no miro televisión. Como Fabio, he tenido la capacidad de apagarla a tiempo. Mis hijos no ven televisión abierta. Mis nietos tampoco. Esa fortaleza y capacidad no la tiene la mayoría; y lamento que buenos comunicadores sucumban al escudo facilista y politizado de la “libertad de expresión”, alineados a su zona de confort antes que defender a las víctimas del genocidio mental que sufre la sociedad desde hace un par de décadas.

“Comparte este video, que su mensaje llegue al mundo”, pide Fabio. Y lo hacemos. #NoMasTVQueDestruye es la etiqueta de esta campaña o hashtag, como se denomina en las redes sociales.

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