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Reinventándome 200 días después

By 15/09/2020 junio 16th, 2021 No Comments

Ingresamos al último trimestre del año de la pandemia del coronavirus, con el propósito de sobrevivir a una época que los mayores de 50 años no recordamos haber sufrido a lo largo de temporadas que han sido, dentro de todo, sin demasiadas turbulencias vitales.


Habíamos pasado por conflictos sociales y políticos, por devaluaciones monetarias y crisis laborales, por frustraciones personales y angustias familiares, pero una crisis sanitaria como la que nos afecta desde marzo de 2020 y que no vieron venir primero en el primer mundo, menos pensábamos que fuera a llegarnos a tocar algún día. En esta gran ciudad, alejada de todas las costas y de las grandes cadenas montañosas, nos sentíamos a salvo de cualquier fenómeno natural o viral que no tuviera que ver con la posible crecida del río Piraí en temporadas lluviosas y de medianas inundaciones llaneras o con el espectro de enfermedades que contagian los mosquitos en el subtrópico latinoamericano.


De pronto las noticias de todos los días fueron los titulares del número de nuevos contagiados y muertos, víctimas del COVID19, el confinamiento obligado por la violencia insospechada de caer con la enfermedad, el peligro de trasladar el mal a los nuestros más queridos y más cercanos, la vulnerabilidad casi letal en nuestros mayores y en quienes sufren otras dolencias de base, la imposibilidad de volver al trabajo o la impotencia de perderlo por el cierre de las fábricas, las empresas, los negocios más grandes y los más pequeños, el miedo a que cualquier momento sea el último de buena salud.


A todos parece que, más cerca o más lejos, de cualquier modo, nos rozó la tragedia del año que estamos viviendo, cualquiera fuese nuestra situación económica o social, y nos alteró el modo de vida en un casi para siempre.

En estos días, también extravié en la gran nube virtual mi página web, donde alojaba mis intuiciones, mis lecturas y mis escrituras, algunos proyectos incipientes y los rastros de vivencias a manera de diario, de noticias, de borrones sobre el acontecer del mundo más íntimo como el más impersonal, que allí alojaba.


Abrí entonces un nuevo sitio donde recomencé a escribir y también exploré cómo reinventarme en el mundo conocido que se va fundiendo en el nuevo mundo en transición, éste al que arribó parte del anunciado futuro y que veíamos lejano, que se apuraría tanto en llegar y que exigirá, a unos con más herramientas que otros, un desempeño plagado de incertidumbres, desafíos, obstáculos y oportunidades, aún contaminadas de un virus sin cura ni vacuna.


En mis siguientes publicaciones, iré delineando cómo transformo la experiencia de 30 años de trabajo, que fui adaptando intuitivamente a cada actualidad y que ha sido útil y grato, una pasión que me acompaña y que, gracias a Dios, a la dedicación, a la perseverancia y al azar, me ha permitido llegar hasta aquí y -tengo fe y entusiasmo- me permitirá continuar.

29 de septiembre de 2020

Nota de la autora: Los primeros días de diciembre logré recuperar casi la integridad del blog. Espero terminar de revisarlo antes que acabe el año y darle una vuelta a la página. La sacudida me hizo bien. Aquí estoy. Otra vez.

15 de diciembre de 2020

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