No espero nada de las multitudes aleccionadas, tampoco de las mentes fanatizadas por el poder, en realidad, no espero nada de nadie. Apenas esbozo la derrota a la que me resisto, la derrota que quieren imponer los que saben que pueden reflexionar y eligen no hacerlo, la derrota que esgrimen los que levantan su mazo para demostrar su razón en lugar de elegir cambiar su postura para contribuir a defender un gobierno transitorio imprescindible para el tránsito pacífico y democrático en medio de la adversidad acumulada.
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