¿Por qué estamos fuera de cualquier categoría, incluso de la boleta del INE?
¿Por qué festejamos lo que suene a nuestro?
¿Por qué reímos cuando cualquiera cruza el Piraí y se transforma en cruceño?
¿Por qué truena la banda, la tamborita, y empezamos a bailar?
Paso a decirles que la ciudad de Mendoza, Argentina, es la antítesis de las malas noticias que sufrimos a diario sobre el país. ¡Cómo dista la clase política de representar la calidad y la calidez de sus pueblos! Caminarla y contemplarla es un oasis en el desierto.
Lo primero que pensé cuando Vladimir Putin dio la orden de invadir Ucrania fue en mi amiga Clarice. La recordé, entre todas las imágenes que guardo de ella, acompañada de Ulises y sentada en el final de la costanera de Leme, su barrio carioca; libro en mano, arrullada por las olas del mar rompiendo contra el morro…