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Matthew no habla cubano

Después de las cinco de la tarde del martes 4 de octubre, el huracán Matthew comenzó a moler Guantánamo, Baracoa y Maisí por cinco horas. No encontró quién hablara su idioma, hizo daño pero no mató y se marchó.

Exactamente 53 años atrás, el ciclón Flora paseaba su azote por la isla, en idas y venidas y dejaba 2.000 muertos, en los tiempos que se encontraba nuevecita y desentrenada la Revolución.

Esta vez el impacto del monstruo atlántico de 700 km. de diámetro, un promedio de fuerza de 230 km. por hora y una velocidad lenta y caprichosa de traslación, oscilante entre los 5 y los 17 km., se desplazó de la trayectoria, volvió en parte al mar y tocó menos tierra cubana de la que lo esperaba evacuada y preparada para lo peor.

Camiones y tractores cañeros recorren las rutas, distribuyéndose en las provincias de Camaguey, Guantanamo y Holguín, para recoger los restos de las podas recomendadas por las autoridades a cargo de la prevención de los daños del huracan, la basura que hubiera acumulada en desagues, distribuir galletas, agua, remedios.  Pasado el fenómeno climatológico, son parte de la operación de movilización de escombros, limpieza de vías, reconexión terrestre de municipios aislados.

El estado de alerta ciclónica se mantiene, mientras llueve sin parar, el cielo se ha vestido de un gris extraño en esta tierra del sol y las radios a transistores acompañan a los holguineros, atentos a toda información.  Organización y disciplina. Percepción de la situación de peligro. Evacuación a los centros de albergue, alimentación, asistencia de salud y ocupación de tiempo con actividades lúdicas y culturales. Resguardo con velas, agua, medicamentos y alimentos imperecederos en locales sin vidrios y cuantas menos aberturas mejor, como el baño o una habitación sin ventanas, para quienes tienen viviendas de buena condición.  Varios días antes, la Defensa Civil moviliza la logística pero sobre todo, la obediencia al mando, la unicidad de los partes relacionados a meteorología y acción y la obligatoriedad de preservar la vida. No hay lugar a discusión.  Te protegés o te protegen y san-se-acabó.

La noche es larga. Otros velan por tu sueño cuando has sido evacuado. A pesar de todo, el descanso se entremezcla con la incertidumbre de la primera sacudida o si no llega, de lo que encontrarás en pie a la mañana siguiente, cuando te digan buen día, ya se puede salir, tras que la puerta se abrió.  Dormís con los botines puestos, la botella de agua en la mano, una mochila con tus documentos, un abrigo (en el país que sabés que no sentirás frío); si conseguiste linterna, bajo la almohada.

Ya es el día después y salvo la lluvia y la ventisca, todo está como ayer. A la predisposición habitual de los cubanos a ver el lado bueno de sus carencias, su pobreza, sus males, hoy se suma un a Dios gracias, aquí nada pasó, y enseguida se conduelen con la porción de isla que padeció el tremendo y largo remolino, y con el refilón que persiste alejándose del norte costero desde Matanzas hasta Sancti Spiritu, pasando por las bellas Caletones, Bahía Naranjo, Gibara, Playa Blanca y Guardalavaca, con penetraciones marítimas y oleajes de hasta 6 m.

Matthew sigue su camino. Todos aquí esperan que tampoco encuentre en el continente, con quien quedarse a hablar en inglés.

alfilodelhuracan

Matthew se desplaza hacia el Atlantico para volver con fuerza hacia Bahamas y EUA. (Grafica del 3 de octubre de 2016, a mediodia)

 

Ultimo sol del lunes a las 10:00 a.m.

Listos para ser evacuados

 

La percepción de peligro que no te quite la calma.

cof

Triste Matthew.

 

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