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Intente. Invente. Haga del 2015 un año diferente

Este último día de diciembre, preparate para comenzar el Año Nuevo como si fuera el primer día de los que vienen.

Si tenés agenda o cuaderno de notas, repasá lo propuesto a comienzos y a lo largo de 2014, rescatá los destacados, los momentos importantes, las fechas significativas, los números y las direcciones anotadas en cualquier lado, evaluá lo que cumpliste, lo que hiciste, lo que vale la pena trasladar como pendiente, lo que vas a echar al archivo del olvido.

Estrená un cuaderno nuevo o una nueva agenda: ensayá la letra que intentarás manuscrita al menos una vez al día, como el mínimo de 10.000 pasos y un par de litros de agua del grifo diarios. Trasladá los pendientes que merecen con su cara de recordatorio encariñado, una nueva oportunidad. Repensá o animate a los propósitos que te harían sentir un buen ser humano y también los otros, personales, familiares, laborales, sociales, académicos, culturales, económicos: tu política individual, con vos y con el mundo.

Anotá sueños: inmediatos, locos, casi imposibles, de niñez, de vejez, de vida. No vas a obligarte a realizarlos, sino a no perderlos de vista ni en los momentos más tristes o más difíciles. Atesoralos, cultivalos, renovalos, impulsalos.

Proponete nuevos hábitos de consumo: para alimentarte, para realizar tus compras con más consciencia, para ejercitar el cuerpo y el alma, para ejercer tu paso por el planeta con responsabilidad, tu derecho y tu deber con tu mundo inmerso en el mundo de todos. Armá una maceta, sembrá flores, plantas aromáticas, construí un huerto en el jardín o en medias botellas litreras en lugar de tirarlas. Fijate en una librería qué libro te está mirando como eligiéndote, hacelo tu compañero en las filas del brevet o del banco o de cualquier tiempo que te parezca perdido por causa de esperas tediosas. Verás lo agradable que es evadirse en las historias leídas.

Pensá en familiares que has visto poco, que no has visitado y que evocarlos, te emociona; igual evocá amigos y amigas de antes, de siempre, de poco ver y de quienes de pronto no tenés idea que habrá sido de su vida y a quienes les asombraría saber que seguís existiendo, que les encantará compartir su vida y saber de la tuya, pedirles perdón o simplemente hacerles saber un te quiero. No importa si están lejos, si no los ves hace mucho. Anotar en el año nuevo es recordar afectos, volver a querer.

Proponete deshacerte de contactos y grupos que quitan tiempo en lo que no te interesa, que lo pierden en destruir personas o reirse de la desgracia ajena, sea en la vida irreal de tus redes sociales o en la vida real. Verás cuánto tiempo recuperás para tus hijos, tu familia, tu pareja y para la soledad necesaria.

Caminá un poco más. Dejá el auto un poco más lejos. Averiguá las novedades de tu barrio: ¿sabías que cerca tenés parque, plaza, biblioteca, negocio de vecinos? Visitalos siquiera una vez. A lo mejor, compartirlos, cuidarlos, promoverlos te mueve a inmiscuirte en las actividades barriales. Sé vecino.

Preguntales a los tuyos qué sueñas, qué se proponen el 2015, qué quisieran: lo más probable sea que disfrutés de saber cuántas cosas podés hacer con ellos, apoyarlos, que te apoyen, cuando creías que preferían el celular, la tele o la computadora. Ni qué decirte si tenés a tus padres o abuelos vivos. Cualquier motivo siempre será bueno para traerlos a tu mesa, a tu patio, algo más seguido.

Adelante. Mañana ayer se habrá ido. Hoy es una simple cuestión de uno mismo.

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