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Hartas

No puedo ni escribir. No sé. Lloro. Vuelvo a escribir. Borro. Ando sola por la calle y tengo miedo. Y me da una bronca… A mí que toda la vida hice lo que quise. Que anduve por todos lados… La reputa madre que lo parió. Se llevaron otra. Se cargaron una más. 21 años tirados literalmente como basura a un descampado sólo porque un hijo de puta sintió ganas de ponerla y eso hizo. Salió a cazar. SIEMPRE. Una, dos, tres veces. ¿Por qué iba a ser diferente la noche del sábado? Si estos forros saben que pueden violar tranquilamente cuanta mujer se te cruce y seguir libre. Lo sabemos todos. Así funciona. Volver caminando a tu casa para no llegar jamás. No pasa nada. Para que te suban a un auto y hagan desastres con tu cuerpo. Para que te caguen a trompadas mientras te violan. Y te vas yendo. Te vas apagando. Y a lo mejor ves la cara de tu vieja ese último segundo y sonreís porque ya no estás acá. Ya está. Ya se termina. Te nos fuiste carajo. Desfigurada. Indefensa. Llena de barro. Desnuda. «Me pegó mucho y me violó, todo en veinte minutos» dijo una de las chicas que agarró este tipo. La primera. Año 2010. Después siguieron dos más. 


Siete años después, el juez Carlos Rossi, decidió que estaba bien dejarlo libre. NO PASA NADA. Mirá Rossi, mirá lo que hiciste. MIRALO BIEN. Porque está muerta por tu culpa también. Sos tan asesino como él. Igualito. A lo mejor vos crees que no te violaste a nadie. Yo creo que a todas. Se te cantó decidir que este señor no era un peligro. Con una soberbia descomunal ignoraste los informes negativos del Servicio Penitenciario que explicaban bien clarito que este tipo NO ESTABA APTO PARA SER PUESTO EN LIBERTAD.


¿Y ahora? ¿Qué le decimos a la madre? ¿Señora cálmese? ¿Está todo en manos de la justicia? ¿Qué justicia? ¿Qué jueces? ¿De qué mierda están hablando?


Tengan la dignidad de no decirle nada. De no hablar pelotudeces. De respetar su dolor ya que no tienen los huevos de protegernos cuando todavía estamos vivas. «Los padres reconocieron el cuerpo», rezan los medios. Cómo reconocer a tu hija en esos restos. En ese cuerpo que se fue pudriendo a la intemperie. Con qué cara mirás a esa mamá, pregunto, al destapar la sábana blanca de la morgue y preguntar si ésa es su hija. 


Esa no es Micaela. Esa no. Esa no es. Esos son los restos. Eso es lo que dejó la bestia que dejaron libre después de comérsela.


Micaela es la de la sonrisa con la remera de ‘Ni una menos’.
La de la risa y la libertad. 


La ingenua que se creyó con derecho a caminar sola a casa.
La que estaba viva y hoy no está.


#NIUNAMENOS #VIVASNOSQUEREMOS 


(tomado de la comunidad de FB/NoMeCalmoNada)

 

Micaela García, argentina, 21 años, activista de #NiUnaMenos, secuestrada, violada y asesinada cuando volvía a su casa

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