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Empezamos el otoño y la cuarentena

21 de marzo: Día Mundial del Síndrome de Down, la Poesía, los Bosques y del cambio de estación. 

Otoño empieza con una cuarentena con sol radiante y cielo azul. Estamos restringidos a quedarnos en casa, a respirar hondo y meditar el presente.

¿Qué traerá el mañana, el futuro? No lo sabemos, como todos los días.

La novedad está en la obligación de cumplir el primero de 14 días de una medida excepcional para cuidar la salud.

Además del peligro físico del contagio que evitamos aislándonos del mundo, tenemos en casa latente el peligro emocional de entregarnos al miedo, la angustia, la ansiedad, la incertidumbre.

Nadie está exento. Porque si el dinero te lo hace más fácil, en este momento no es la preocupación fundamental. Hay que resistir y cuidarse para no enfermar, que es más caro, más largo, más paralizante.

Tomémoslo como quincena impaga entre las cuatro paredes que vivimos, solos o con nuestra familia. En casa, siempre hay algo que hacer más allá de la tele, el celular, la computadora, lo de todos los días rutinarios.

Estamos salidos de la rutina y dentro de todo lo que se paraliza al distanciarnos del mundo de afuera, es una oportunidad extraordinaria de verle el lado bueno.

Que afuera quede también el miedo, la angustia, la ansiedad, la incertidumbre, la intolerancia. Es tiempo de oro para recuperar otros tiempos perdidos con un poco de imaginación, creatividad y mucho amor.

Despejemos los medios de comunicación y las malas noticias, démonos el tiempo para aprender algo nuevo si tenemos internet o retomar un pasatiempo que había quedado en el olvido, de repasar con los niños lo que están aprendiendo en los libros que les pidió la escuela, buscar juegos de ingenio, conversar sin apuro sobre temas postergados, tomarse la libertad de descansar sin hacer otra cosa.

Veámoslo como tiempo recuperado y no como tiempo perdido. Al final del día, mañana será otro diferente y si Dios quiere, estaremos aquí para empezar de nuevo.

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