¿Por qué estamos fuera de cualquier categoría, incluso de la boleta del INE?
¿Por qué festejamos lo que suene a nuestro?
¿Por qué reímos cuando cualquiera cruza el Piraí y se transforma en cruceño?
¿Por qué truena la banda, la tamborita, y empezamos a bailar?
Lo primero que pensé cuando Vladimir Putin dio la orden de invadir Ucrania fue en mi amiga Clarice. La recordé, entre todas las imágenes que guardo de ella, acompañada de Ulises y sentada en el final de la costanera de Leme, su barrio carioca; libro en mano, arrullada por las olas del mar rompiendo contra el morro…