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Nuevas cartas de amor con café batido

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Lo que van a leer
El amor en el mundo mitológico griego está representado
por Eros, que es una fuerza creadora, ubicada en un punto
central del universo, equidistante de todo. Representa un
impulso creativo, una tendencia clara a la acción. El amor
no sólo es inspirador -quizás el tema más recurrente en las
manifestaciones artísticas-, sino que en sí constituye una
fuerza que mueve, que motiva, que inspira vida. Y no sólo
está asociado a la pasión, sino a la ternura, a la alegría, a la
tristeza, a la ira. El amor cruza todos los sentimientos -los
estados de ánimo del ser humano- y, a fin de cuenta, marca
de manera indisoluble todos los días de nuestra vida.
El amor me inspiró. No sólo en un sentido metafórico, sino
que en una expresión concreta. Llegó a mi vida, reunió una
paleta de colores para distribuirlos por doquier, cual arcoiris,
y darle una forma definitiva a mi vida. Como dice Serrat,
como la vida, el amor me invitó a la pista y ha bailado conmigo,
ha sonreído, se ha vestido de gala, en ocasiones, en
otras se ha brindado en cueros, y en otras, simplemente, en
ropaje corriente para sentarse a mi lado. Y, fundamentalmente,
el amor me ha reconciliado conmigo, ha puesto una
pluma en mi mano, me ha ofrecido un frasco de tinta y ha
dictado palabras que han desahogado todo lo que desbordaba
mi alma.
Durante meses he escrito todo aquello que el amor de mi
mujer dictaba muy quedo en mi oído. Se lo he susurrado en
palabras escritas, dando forma a una maravillosa historia de
amor, una historia soñada, de esas que nos hacen suspirar
y llorar a raudales. Son palabras que han ido construyendo
un mundo tan lleno de imágenes, de sentimientos, de vivencias,
que si no quedaban plasmados, corría el peligro de
morir ahogado, sintiendo que -en la distancia y la ausenciala
única forma de sentirme a su lado era revivir todos los días
con mis palabras, con sus frases y oraciones. Como un encantamiento,
las palabras van invocando las imágenes, las
vivencias, un mundo de códigos a la vez tan particulares,
pero tan universales, como es el amor mismo.
Lo que van a leer constituye un diálogo de dos enamorados,
que se entregan simplemente tal cual son, buscando ese
punto común que les hace sentido como dos individuos, fundidos
en un solo sentimiento.
Es una historia que no tiene principio, ni tiene final. Viene de
siempre, pues la vida no existió antes de ellos y se proyecta
hasta el infinito, porque nada tiene sentido sin ellos.
Estas cartas son palabras creadoras que definitivamente
dan carácter a un cosmos cerrado en su sentido, pues son
forma y fondo, sentido y significado, continente y contenido.
Es un homenaje a una historia particular, pero, a la vez,
constituye un homenaje a todos los amantes desde siempre
y para siempre.
Mauricio Jaime Goio

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