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Con riesgo de 28 años de cárcel, naufragan los nuevos héroes del mar

La casualidad es la excepción que afirma la regla de la causalidad. Y es que no ha sido casual la incursión de los nueve bolivianos ahora detenidos en Chile, a tareas confusas fuera del territorio nacional.

El Ministerio de Comunicación de Bolivia anunció la campaña #ElMarNosUne con miras a la presentación de la réplica ante La Haya y al 23 de marzo, hoy, fecha conmemorativa del 138º aniversario del enclaustramiento marítimo, sin feriado nacional.

Presentó la campaña antes de pronunciarse con acciones concretas en ocasión de conmemorarse el 8 de marzo el #DíaDeLaMujer, que para el Gobierno pasó (pasa) desapercibido y sin tomar nota del incremento de feminicidios, la incapacidad institucional de aplicar la Ley 348 y la falta de voluntad política de instaurar la revolución que ella describe dentro de las filas del Ministerio Público, la Policía nacional y demás reparticiones del Estado.










#ElMarNosUne ha sido un intento de convencer a los bolivianos del mundo para que se sumen con fotos, carteles y aplausos a la consigna o «hashtag» que debía ser popular en las redes sociales el 23 de marzo, desde el día anterior planificado para la presentación de documentación en el pleito iniciado ante el Tribunal Internacional de La Haya. Viral, como dicen en la jerga virtual.

Como ya no sorprenden, la campaña mediática le pareció una ingenuidad a más de uno y como en otros casos que ya conocemos, ante la desconfianza que crece sobre casi todo lo que hacen o dicen las autoridades nacionales, era casi imprescindible armar un revuelo internacional: había que recuperar la fe y unir de algún modo el descrédito imperante en la opinión popular por la ampliación de la frontera cocalera, el tratamiento médico del Presidente lejos del sistema de salud pública del proceso de cambio, la aseveración de un ministro en Viena acerca de que supuestamente 7 de cada 10 bolivianos consumen coca o derivados, la fallida campaña de estigmatizar como #carteldelamentira a los medios masivos y a los bolivianos que -con diferentes matices y cada uno por su lado- dieron a conocer la existencia de una ex novia de Evo Morales, relacionada con la invasión de negocios chinos al país, quien había tenido un hijo reconocido por él mismo.

Todo sucede la semana antes del acto formal que a Bolivia le toca protagonizar en Holanda.  El consulado de Bolivia en Antofagasta iza una bandera boliviana fuera de lugar.  Heraldo Muñoz, canciller chileno, viajó al norte de su país y de pie sobre una acequia saludó al mundo afirmando que el Silala, las aguas nacientes en territorio boliviano que empresas chilenas canalizaron para sí, es un río. Enseguida, perdidos por perdidos, unos funcionarios aduaneros y dos militares, todos bolivianos, son detenidos por las fuerzas de seguridad chilenas y denunciados por los camioneros chilenos por extorsión.  Que si fue 150 m. acá o 150 m. allá de la línea imaginaria de la frontera, la improvisación  se volvió un serio tema penal porque los apresados pueden quedar encarcelados hasta por 28 años en el extranjero, según la tipificación chilena de los delitos de los que se los acusa.








Jugando a los estrategas del jueguito de mesa Batalla Naval, acá alguien se pensó muy vivo y que todos nos vamos a creer la historia de que dos soldados sueltos, reducidos por un par de homólogos chilenos fuertemente armado y movilizado, y unos funcionarios de Aduana, van a detener un cargamento de contrabando viajando en camiones chilenos, sin orden de proceder superior de ninguna de las instituciones a las que pertenecen, sin autorización de cancillería, sin talonario de formularios de notificación. Hubiera sido el primer caso, no recuerdo otro denunciado públicamente en la historia reciente, salvo las periódicas noticias que llegan de medios chilenos del ingreso de estupefacientes bajo diversas modalidades de aquí hacia allá.

 



Poco feliz provocación del Presidente Evo Morales al gobierno chileno el día del #MarParaBolivia. Los comentarios a su post en Twitter expresan el malestar. Hay muchos chilenos solidarios con la causa marítima boliviana.




 

He enviado por encomienda 20 libros con destino a una asociación sin fines de lucro de personas con autismo a Santiago y fueron decomisados en Arica, etiquetados y enviados a una bodega.  Intenté enviarlos gracias a la buena voluntad de un amigo viajero que hizo espacio en su mochila para otros nuevos 20 libros y el mismo destino, con el mismo resultado.  Nadie me dio el premio a la editora buena gente ni aspiro a un monumento con mi nombre: apenas aprendí la lección de que a Chile no hay que enviar nada si no cumplo con las normas, me gusten o disgusten, que allí aplican implacables a cualquier cosa proveniente de Bolivia.

La estrategia de autovictimarse para sustentar la consigna #ElMarNosUne queda desvelada cuando el gobernador del departamento de Oruro declara a los bolivianos detenidos en Chile como «héroes de la reivindicación marítima» y cuando el abogado chileno que se ofrece o les gestionan a estos nueve bolivianos condenados por la insensatez institucionalizada, tiene como primer título de presentación, la militancia del Partido Comunista. ¿Un hecho administrativo con rasgos penales y de violencia al derecho internacional, con detenidos nacionales en país extranjero, es enfrentado ante la jurisdicción competente chilena como una interpelación política?

Todo ha sido una jugarreta de mal gusto de ambas partes, con la que han logrado un escenario de incertidumbre y desasosiego de la población civil -supongo que de ambos países- respecto a la poca estatura de la clase política para dirimir pacíficamente un problema entre países que, para los discursos de ocasión, se llaman hermanos.










Chile ha sido un mal vecino respecto al tema marítimo. Ha tenido como política de Estado el engaño permanente, afirmando en los escenarios internacionales su predisposición para atender la demanda boliviana de más de un siglo pero en los hechos, la relación bilateral ha sido muy distinta, negándose a discutir una reparación histórica.

Papeles van, papeles vienen, quien gesticula y habla mejor, quien gana más puntos en el rating mediático internacional, todo es anecdótico:  hay nueve personas enfrentadas a un juicio por cumplir órdenes que hasta el momento no han sido exhibidas o incumplir y exceder las funciones que les corresponden.

De ahí a «héroes de la reivindicación marítima», por favor. Por una vez, dejemos de hacer el ridículo y esperemos que el Tribunal de La Haya tenga el sano hábito de regirse por los memoriales y que entre medio, no se haya filtrado el bichito viral del surrealismo del Pacífico sur latinoamericano, para expedirse -tal vez el año que viene- sobre la obligatoriedad de Chile de atender la justa aspiración boliviana.




 









Foto de portada: El mar… de Fernando Figueroa.

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