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Prohibido rendirse: la Maratón de Santa Cruz de la Sierra

Este domingo, mientras cinco departamentos de Bolivia estaban asistiendo a votar el referéndum por los estatutos autonómicos de sus regiones, en nuestra ciudad miles de personas vistieron de verde para disfrutar y cumplir su propio sueño urbano: tomarse la libertad de recorrer sus calles a pie, a la velocidad impuesta por sus cuerpos, en un contingente de hombres y mujeres en un sólo sentido y sin obstáculos.

Como lo dije, me lo repito y lo recordaré toda la vida, era un día de fiesta. Nos falló lo imprevisible, aquello para lo cual nadie está preparado y te perfora con otro agujerito el corazón: la muerte joven, deportista, tan lejos de donde debía estar, tan fuera de lugar.

 

Era un día de fiesta porque más de 5000 personas caminamos, trotamos y corrimos en un mismo sentido, cada una con su propio objetivo realizado al llegar, cada una con la medida que se animó a recorrer (maratón de 42 Km., media maratón de 21 Km., carreras pedestres de 10 Km. y 5 Km.): hubo corredores profesionales, amateurs, padres y madres con niños de la mano o empujando cochecitos de bebé; corredores en silla de ruedas y mamás con panzas casi listas para nacer, caminantes enamorando, gente medio al trote y medio a pie, cincuentones, sesentones y setentones andando también; un papá que al pedido de su pequeño corredor con síndrome de down se sentó en el pastito de la avenida San Martín acompañándose a calmar la sed; chicas que parecían de revista de moda con pestañas postizas y ni se les corría el rimel pero llegaban a pasos gigantes y veloces como las que vestían de diario y llegaban de todas maneras, antes o después, triunfantes, vitales, iguales; jóvenes y adultos que habían entrenado, se prepararon o lo intentaban por primera vez; chicos y grandes que estudian, que son empresarios o trabajadores, que fueron en familia, solos o en grupo de amigos; cada quien con su historia y su propósito, todos mirando adelante, cada uno a su ritmo y con la misma gloria de cruzar la meta y recibir la gloria de las familias y de los miles que salieron a apoyar, a aplaudir y a alentar a cada uno como si fuera propio y único, como los héroes de nosotros mismos que sentimos ser.

Todos nos levantamos muy temprano. Había que llegar al punto de partida con el amanecer. Hacía calor como los calores que nos hacen de septiembre a abril en nuestra ciudad. Aprendimos a acostarnos más temprano la noche antes y a descansar a consciencia. Aprendimos a tomar agua. Aprendimos a estirar todo el cuerpo por partes un rato antes de comenzar y enseguida de llegar. Aprendimos a saludarnos entre todos. Aprendimos a alentar al que se desanima. Salir a la calle a caminar a consciencia, a trotar o a correr, enseña muchas cosas que no nos interesaban o nos recuerda lo que aprendimos de pequeños y dejamos, por flojera o abandono, de hacer.

Yo felicito a los organizadores porque me sentí feliz y orgullosa, por mí, por mi familia, por mis amigos y por mis conocidos y desconocidos, por los miles que se dieron permiso de liberarse; me alegré de que algo así sucediera en la ciudad que vivo y ya no fuera sólo aquello que miramos inalcanzable en otros lados o por tevé, de que el domingo fuera el gran desafío mundial local del año de tantos desafíos dominicales a los que nos fue acostumbrando Marco Ortiz, un deportista meritorio, perseverante, trabajador, inspirador, sin cuya iniciativa esto no hubiera comenzado, esta posibilidad gratuita de recuperar las calles de nuestros barrios, de apropiarnos en comunidad o en soledad de los domingos tempranito anotándonos para movernos y aportar a la solidaridad, lejos de un antro de juego, una rockola o una noche sin final o con final incierto.

Algo que pocos saben, posiblemente, es que gracias a la perseverancia de Marco Ortiz unida a la de otros impulsores, el esfuerzo poco reconocido del Instituto Insaf se transformó en la carrera universitaria completa de Educación Física en la Universidad pública cruceña y hoy, tenemos -junto a la iniciativa de Katherine Maldonado, de Fair Play-Adidas- la Maratón de Santa Cruz de la Sierra, como cualquier gran urbe del planeta que sale a festejar a sus corredores.

Porque la vida está en las personas y en sus movimientos: en su efecto multiplicador de moverse para competir o para recuperar la salud perdida, moverse para prevenir los males del sedentarismo o para lucir mejor, moverse para mejorar la condición física o para reaprender a querer el espíritu en un físico más sano, moverse para respetar un poco más al único cuerpo que se tiene, moverse para naturalmente ejercer como seres vivos, libres, conscientes de nuestra corta eternidad.

 

 

 

 

Así veías la vida, te escribió recién tu tío Alberto en esta foto de tu FB.                    Gracias por enseñarnos cómo es.

 

Post Scriptum.

Al día siguiente, a quien poco vi personalmente, con toda la vida de conocernos con sus papás, sus tías y sus abuelos, lo acompañé en el durísimo y purísimo ambiente de la misa de su despedida, blanca como la historia de la suya, que todos evocan y extrañan de él.

Sólo puedo imaginarlo agradeciendo y riendo, animando a su novia Jessica a correr por ese mundo maravilloso que las personas como él hacen para los demás.

Tomé la foto de su portada de feisbuc porque dice mucho más que cualquier curriculum. Siento que Mauricio Ballivián Vera, sigue adelante como el mejor que fue, que es.

 

7 Comments

  • Marco dice:

    Gracias por tus palabras y aliento.

  • Katherine dice:

    Gracias Gabriela por esas palabras tan lindas. Ver las fotos me emociona pero aún queda ese agujerito en el corazón.

    Gracias por apoyar a la ciudad, a la maratón de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.

     

  • Maria B. dice:

    No pude evitar emocionarme de nuevo al leer la descripción de ese día de fiesta, esa fiesta que yo también sentí. Eramos una familia deportista, que con los gritos de emoción y la piel de gallina, aplaudíamos a cada uno de los demás  cumpliendo también su meta, su objetivo, mientras se escuchaba música, se veían abrazos, fotos para el recuerdo…

    Creo firmemente que cada uno de los mas de 5000 nos sentimos más familia luego del balde de agua fría para el cual no estábamos preparados.  Gracias por alentarnos a no rendirnos a pesar de las circunstancias y de los sentimientos, por hacernos acuerdo que debemos recordar este día con esa alegría que se vivió en nuestra ciudad, y a la vez recordarnos lo que Mauricio enseño, aun con el agujerito en el corazón, a toda esta familia de 5000 que siempre lo tendrá presente.

  • Alfonso dice:

    ¿Rendirnos? ¡Jamás!
    Tu texto es una verdadera crónica de fondo.

  • roxana gonzalez dice:

    Excelente nota Gabriela, gracias a Marco Ortiz es que muchas personas se iniciaron en el deporte, en su mayoría cuarentones. Sueño cumplido por muchos, gracias a este joven perseverante.
    Sigue adelante Marco, que la próxima en correr soy yo, necesitamos gente como vos que nos alienten a mantener una vida saludable. Tu organización fue impecable!

  • Gaston Guillaux dice:

    Me gustó su artículo y sobretodo su contenido. Adelante.

     

  • Nacho dice:

    Increíbles las fotos, resumen todo….

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