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2018 depende de usted

#2017 decolorándose como la agenda que se va…
Lapicera nueva para despedirla y recibir el #2018 intenso y nuevo como viene.



Me parece que los resúmenes son puro abundamiento. Más de lo mismo todos los años. Es la reflexión personal lo importante al cerrar el ciclo anual de este 2017 en vísperas de extinguirse.

Una mirada hacia el espejo a mi aporte, antes que a las falencias de los otros, es un sano ejercicio de mirar la vida con actitud positiva y mejor aún, sin contemplaciones.

¿Cómo me siento? ¿Cómo me veo? ¿Soy feliz con lo vivido? ¿Qué me falta hacer, si hoy fuera mi último día viva?

Hoy se vive. Y es un privilegio que merece ser honrado. ¿Sabemos, acaso, cuál es nuestra misión un poco más allá de la fe, cualquiera fuera, que profesamos?

La historia de la humanidad es cíclica. Con sus matices y sus formas cambiantes, el ser humano es carne de sus contradicciones, de su propia mente y de sus ambiciones. Y sobre todo, de sus acciones.

¿Soy coherente y lucho por lo que creo? ¿Cómo lo hago? ¿Soy una persona plena? ¿Hago lo que digo? ¿Doy ejemplo a mis hijos de lo que les enseño? ¿Mis intereses están por encima de los intereses colectivos?

Hace más de treinta años que llevo una agenda por año, en la que describo mis propósitos personales, familiares, académicos, laborales, literarios. Subrayo un acápite fundamental, en mi caso, que es el activismo. Desde el lugar que me encuentre, recuerdo la voz de la directora del colegio al que asistieron mis hijos: “Una persona no puede cambiar el mundo”, tan distinta a la voz del director del mismo colegio cuando recorrí la secundaria y egresé con mi bebé en brazos y el título de bachiller en la mano: “Su propósito, Gabriela, debe ser irse de este planeta habiendo hecho lo posible por mejorarlo”. No soy quién para aconsejar pero creo que un buen propósito es seguir principios antes que personas, ideas antes que memes, propuestas antes que insultos, certezas antes que difamaciones, objetivos antes que intereses.

 

Manual de subsistencia hasta febrero



Reir, bailar, meditar, perdonarse, pedir ayuda, brillar, cambiar hábitos insalubres, comunicar sin dañar, equivocarse emprendiendo, ayudar sin paternalismo ni figuración, jugar sin una pantalla de por medio, leer libros en vez de afirmaciones virales, averiguar antes de repetir, calzar los zapatos del otro antes de juzgar, dejar de seguir a la masa para invertir esfuerzo en experiencias propias, acumular menos pertenencias materiales e ir despojándose de lo inútil, ir liviana por el resto del viaje. Caminar.

Esas son políticas personales. A partir de las políticas propias surgen las del conjunto en el que convivimos y desde donde puede construirse un entorno menos violento, darle un contenido menos miserable al ser humano.

Empiezo 2018 con mis agradecimientos debidos, en la agenda nueva del año:

Gracias a la vida por las bendiciones recibidas, los desafíos sorteados, la familia unida, los hijos, los nietos que me tocaron, los padres y los hermanos que me aguantaron, los abuelos recordados, el compañero que me presta el hombro.

Gracias por la Luz en la oscuridad, el descanso en el cansancio, el trabajo realizado, las oportunidades perdidas y las repetidas, el aire que respiro, el planeta que habito, la piel que me conecta, el corazón que me bate, los pies que me soportan, las neuronas incansables, los sentidos plenos.

Todo para devolver con creces y con gratitud.

Amen. Amemos. Amén.

¡Salud por un 2018 más activo, en lo personal y en la convivencia que anhelo, que para conformarme me queda el último suspiro!

 

#2018 #HojaEnNegro para que le pongamos colores o luces blancas a la oscuridad.

 



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