Hacía días que me tenía inquieta, que me llamaba releerlo. Tenía necesidad guardada de volver a llorar por el mundo, ése que hemos malparido inerme a sus ancestros. Intuía aferrarme a las lecciones de vida de mis abuelos, de mis padres, de mis maestros de infancia y de aquellas contadas personas que encontré sin querer y para siempre en este camino de túneles donde espantar la oscuridad.
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